Consejos Útiles

Consejos para controlar a los adolescentes y sus redes sociales

Si no puedes con la tecnología, únete a ella. Es la mejor forma de afrontar los peligros que puede entrañar el uso de redes sociales (RRSS) en la adolescencia. David de Cubas, psicólogo infantil y autor del libro Educación familiar en la era digital (Círculo Rojo, 2019), lo expresa de la siguiente manera: “La tecnología ha venido para quedarse y luchar contra ella es ir contra natura. Todos los niños y niñas nacidos a partir del año 2000 han crecido con las redes sociales, por lo que forman parte de su hábitat natural”.

Los padres no pueden ir contra ellas, pero sí fomentar un uso racional para conjurar sus riesgos. “Ya se dispone de información y estudios suficientes que evidencian los riesgos derivados de un uso inadecuado de la tecnología. Que en determinados casos puede llegar a desencadenar auténticas conductas adictivas», afirma el psicólogo. Por otra parte, “hay que tener muy presente que, en los primeros años de la vida, el cerebro es muy vulnerable a determinados estímulos». Tal como puede ser el uso inadecuado de la tecnología.

Ante ese panorama, ¿cómo pueden controlar los padres los potenciales efectos nocivos de la interacción de sus hijos con otras personas a través del ciberespacio? Rocío García de Leániz, de Empantallados.com, aboga por un cambio de enfoque: no se trata tanto de controlar como de acompañar. “En Empantallados proponemos que sean los padres los primeros que acompañen a sus hijos dentro del mundo digital. Solo así, mediante el acompañamiento, se genera un espacio de confianza abierto al diálogo”.
Con la ayuda de estos expertos respondemos a las dudas que pueden surgir ante las primeras incursiones de un adolescente en el mundo de internet .

¿Qué edad es buena para empezar a usar redes sociales?
“Mi consejo como profesional es que debemos procurar que hasta los 12-13 años no accedan a las redes sociales o, al menos, que no lo hagan sin supervisión”, comenta de Cubas. “A partir de esa edad, debemos enseñarles a valorar las situaciones y las posibles consecuencias, con el fin de que adquieran la conciencia necesaria para tomar decisiones adecuadas en un mundo virtual donde lo importante es aparentar y adquirir likes como recompensa por estar en las redes”.
García de Leániz prefiere no hablar de edades concretas, sino de grados de madurez: “Hay niñas con 9 y 10 años que, por su carácter y circunstancias de vida, son más maduras que otras de 14. Se trata de conocer cómo es realmente tu hijo y preguntarse si es capaz de gestionar un perfil de manera responsable.
Para ello hay que dialogar previamente y llevar la iniciativa mediante el acompañamiento”.

¿Cómo deben ser los inicios en el uso de RRSS?
Los padres deben tomar la iniciativa. Tanto García de Leániz como de Cubas tienen muy claro este punto. “Antes de iniciarse en las RRSS, se debe haber enseñado al niño o niña lo que son las redes, su alcance, los peligros que conllevan y el modo de estar presentes en ellas. Por ello, el uso de una determinada red social debe ir acompañado del principio de confianza, que ya debería estar asentado en la familia”, indica el psicólogo.
Para la experta de Empantallados, esto se traduce en “crear el perfil con ellos, estar cerca cuando están navegando e informarse sobre lo que consumen en internet”. Además, subraya la necesidad de que los padres “manejen de antemano el vocabulario propio de las tendencias digitales: challenge, filtros, Snapchat, selfie, hashtag…”.

Algunas pautas básicas pueden ser las siguientes:

  • No exponer información sensible, como pueden ser nombres y apellidos completos, DNI, dirección de la vivienda, número de teléfono.
  • No admitir solicitudes de amistad de usuarios que no conozcan.
  • No hacerse fotos en la puerta del colegio o con el uniforme puesto.
  • Desactivar la geolocalización.

¿A qué riesgos se enfrentan los adolescentes en las RRSS?
De Cubas señala que el efecto más inmediato del uso prolongado del móvil durante la infancia y la adolescencia es que el menor “acaba retrasando cada día el momento de realizar sus deberes o estudiar y deja de lado las responsabilidades que tiene asignadas en casa”.
Otra consecuencia relevante son, según el psicólogo, las “agresiones de tipo verbal causadas por el incremento de los niveles de ansiedad que provoca estar cada vez más tiempo conectado. Llegando incluso en ocasiones a agresiones físicas”.
Asimismo, las RRSS pueden modificar la actitud del adolescente respecto a la vida real. “Proyectarse psicológica y emocionalmente en las redes puede generar cierta frustración cuando regresa de su viaje cibernético y su situación o entorno se parecen muy poco a lo que muestra en las redes, donde todo es happy”.

¿Es aconsejable usar programas de control parental?
Los filtros para evitar que los niños y adolescentes accedan a contenidos que no son adecuados para su edad pueden ser de gran ayuda. En opinión de García de Leániz, “el mejor filtro son los padres, la educación que les pueden dar”. Además, añade que solo resultan efectivos hasta una determinada edad, los 10 años. “A partir de entonces, hecha la ley, hecha la trampa: los filtros se convierten en un aliciente para buscar el modo de saltárselos”.
De Cubas no recomienda utilizar programas de control parental a partir de los 14 años de edad. Indica: “La vía para superar las inquietudes sigue siendo la familia. Es el lugar donde debemos fomentar el diálogo y establecer las claves de nuestras relaciones interpersonales”.
Respecto a la geolocalización para saber dónde se encuentran los menores, recalca que “solo es necesaria para momentos determinados; no siempre debe estar en funcionamiento”.

¿Espiar o no espiar?
De cubas se muestra tajante sobre una actitud excesivamente vigilante o policial de los padres: “No aconsejo a nadie que actúe como espía de sus hijos e hijas. No podemos seguir educando con las mismas estrategias que se empleaban en el siglo XX con la mayoría de nosotros, no son válidas en este contexto”.
“Los padres deben estar abiertos al nuevo mundo del entorno digital. Pero siempre desde el acompañamiento, el compromiso familiar y el ejemplo”, resume García de Leániz.

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