Salud

Vitaminas que ayudan a fortalecer el cerebro

El cerebro es un órgano complejo que es responsable de la mayoría de las funciones cognitivas del cuerpo. Estas funciones incluyen el pensamiento, la memoria, el lenguaje, la toma de decisiones y el control de los movimientos. Este órgano está compuesto por células nerviosas que se conectan entre sí para formar redes que se encargan de procesar la información que reciben del cuerpo y del entorno.

Por su parte, las vitaminas son nutrientes esenciales que el cuerpo necesita para funcionar correctamente. Las vitaminas B son especialmente importantes para el cerebro. La vitamina B12, por ejemplo, es necesaria para la producción de células nerviosas, la B6 ayuda a convertir la glucosa en energía y la vitamina B9 (ácido fólico) es necesaria para el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso.

¿Cómo cuidar el cerebro?
La doctora Uma Naidoo, psiquiatra nutricional, experta en el cerebro y miembro de la facultad de la Escuela de Medicina de Harvard, habla de algunos aspectos que debemos tener en cuenta para el cuidado del cerebro.

La comida afecta la función cerebral:
En primer lugar, los nutrientes en la comida se convierten en neurotransmisores, hormonas y señales químicas que le ordenan al cerebro y al cuerpo cómo funcionar.
En segundo lugar, la comida afecta al cerebro a través de su impacto en la microbiota intestinal y el sistema inmune que producen neurotransmisores y señales químicas para regular el funcionamiento del cerebro.
En tercer lugar, la alimentación influye en el metabolismo, el proceso mediante el cual el cuerpo convierte los nutrientes en energía y este, a su vez, tiene un impacto en la producción de neurotransmisores y señales químicas.
Los nutrientes son esenciales para el funcionamiento del cerebro:
Los nutrientes se utilizan para producir neurotransmisores, hormonas, energía y señales químicas que regulan el funcionamiento del cerebro. Además, ayudan a mantener la estructura y la función de las células del cerebro.

Por lo anterior, los nutrientes mantienen el cerebro en un estado óptimo y protegen contra el deterioro cognitivo; de ahí que las personas con una dieta saludable tengan un menor riesgo de padecer enfermedades del cerebro, como el Alzheimer.

La vitamina B12 se encuentra en alimentos de origen animal, como carne, pescado, huevos, leche y productos lácteos. También se puede encontrar en ciertos alimentos fortificados, como cereales, pastas y bebidas vegetales.
Es soluble en agua, por lo que el cuerpo no puede almacenarla. De allí la importancia de obtener suficiente de esta vitamina a través de la dieta o suplementos.

La deficiencia de esta sustancia puede causar anemia, pérdida de memoria, dificultad para concentrarse y otros problemas cognitivos; en un estudio de 2009, los investigadores encontraron que las personas con deficiencia de este sustancia tenían un mayor riesgo de desarrollar demencia.

Además de producir glóbulos rojos, esta vitamina puede mejorar el estado de ánimo y reducir el riesgo de depresión. Un estudio de 2013 reveló que las personas con deficiencia de esta sustancia eran más propensas a la depresión.
El ácido fólico o vitamina B9 es esencial para el buen funcionamiento del cerebro. Participa en la formación de glóbulos rojos y ayuda a prevenir la anemia. Se encuentra en alimentos como la espinaca, los garbanzos, las lentejas, los brócoli, los aguacates y los plátanos.

La vitamina C no solo es importante para el sistema inmunológico, también es fundamental para la formación de colágeno, una proteína que se encuentra en el cerebro. Se encuentra en frutas y verduras como los cítricos, las fresas, las papayas, las espinacas, los pimientos y los tomates.

La vitamina E es un potente antioxidante que protege al cerebro de los daños causados por los radicales libres. Se encuentra en alimentos como el aceite de oliva, los frutos secos, las semillas, los huevos, el pollo, la carne de res y el pescado.

El omega-3 ayuda a mejorar la memoria y la cognición y también protegen contra el deterioro cognitivo asociado con el envejecimiento. Se encuentran en el pescado, como el salmón, el atún, la sardina y el bacalao, así como en los aceites de pescado, las semillas de lino y las nueces.

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